
Estado de ánimo de las familias del adicto
Entre el sufrimiento que produce ver a un familiar enfermo y las consecuencias que, como hemos visto anteriormente, recaen en los familiares, es comprensible que el estado de ánimo de los familiares se vea afectado. Los estados de ansiedad y depresivos son frecuentes en lo que conocemos en psiquiatría como trastornos adaptativos. Un trastorno adaptativo se diagnostica cuando aparecen en el sujeto síntomas emocionales o comportamentales en respuesta a un estresante identificable. En este caso, el estresante sería la adicción (enfermedad) de un familiar y las consecuencias sociales, económicas y familiares derivadas.
Impacto en el estado de las familias
Los síntomas que aparecen en el familiar del adicto, se expresan produciendo un malestar mayor de lo esperable en respuesta al estrés o provocando un deterioro significativo de su actividad social, laboral o académica (American Psychiatric Association, 2014). Estos trastornos adaptativos pueden ser tratados por médicos de familia con medicación antidepresiva o, si no es necesaria, puede ser suficiente el apoyo psicológico profesional -psicólogo- o no profesional -el de una asociación para familiares de adictos-. En otros casos más graves, la afectación que produce sobre los familiares es todavía mayor, llegando a provocar verdaderos episodios depresivos o estados de ansiedad más severos, que requieren tratamiento farmacológico especializado (con un psiquiatra), aparte del tratamiento psicológico profesional y del apoyo de la asociación. Hay que tener en cuenta también que los familiares de sangre del adicto pueden, a su vez, tener mayor predisposición genética a padecer determinados trastornos mentales, al compartir genes con el adicto -quien, a su vez, tendrá esos mismos genes heredados que le predisponen a la adicción y a otros trastornos mentales-.
Es frecuente que los familiares más cercanos de los adictos presenten síntomas de ansiedad y de depresión compatibles con un trastorno adaptativo
En la mayoría de las ocasiones, los familiares no llegan a sufrir ningún trastorno psiquiátrico, sino que lo que sienten es todo un abanico de emociones negativas que abarca la tristeza, la desesperación, la rabia, la impotencia, la ira, el enfado, la frustración, etc... Entre todos estos, en general, el sentimiento que predomina entre los familiares es el de la impotencia. Los familiares han visto crecer al paciente y han sido testigos de cómo se inició en el consumo de drogas y el deterioro al que le ha llevado; es decir, han sido testigos de la terrible evolución. La sensación de impotencia viene dada por el escaso efecto que ha tenido sobre la enfermedad del paciente los esfuerzos que han realizado los familiares: abrirle la puerta de casa una y mil veces, ayudarlo económicamente con las deudas, acompañándolo a distintas consultas y distintos centros, aconsejándolo… Estas experiencias producen en los familiares una sensación de impotencia y frustración: nada de lo que hagan puede ayudar al paciente. Este desaliento es trasladado al paciente, con consecuencias negativas para su futura recuperación. El ser testigo de las frecuentes recaídas del paciente, también lleva a todos a perder la esperanza de la recuperación del adicto. Por estos motivos, decimos que la impotencia es la emoción predominante.
La impotencia es la emoción negativa predominante en los familiares de adictos
Además de la impotencia, existen otras emociones negativas que aparecen con mucha frecuencia, como son la tristeza y la rabia. La tristeza aparece acompañando a su propio sufrimiento, al del paciente y al del resto de familiares. La rabia aparece cada vez que hay una recaída después de un periodo de mejoría, como consecuencia de la impotencia y cuando viene el recuerdo de “lo que podía haber sido”.
Otra emoción que debemos señalar es la culpa. La culpa es una emoción que acompaña a la tristeza y que genera mucho sufrimiento. Las personas tendemos a creer que nuestra intervención puede o podría haber evitado desenlaces adversos. La culpa tiene que ver con la ausencia de aceptación de que algunas situaciones, como las enfermedades, son difícilmente previsibles y, por tanto, difícilmente evitables también. Los padres de los adictos tienden a preguntarse a sí mismos qué podrían haber hecho por evitar el alcoholismo o la drogradicción de su hijo, pero, con frecuencia, hicieron todo lo que estuvo en sus manos o, al menos, lo que creían debían hacer. Salvo muy claros casos de negligencia, los familiares hacen lo que pueden y creen que es lo mejor. En la mayoría de los casos, las situaciones que han llevado al paciente a consumir son otros condicionantes lejos de la influencia de la familia. Estos condicionantes son: la accesibilidad de la sustancia adictiva, la predisposición genética, el entorno social, la situación económica, etc.